jueves, 17 de enero de 2013

El Kinder


                                                                       El Kinder

Una de las experiencias que no eh olvidado es el preescolar, o el kínder, esta faces de la vida es abrumadora, triste, bonita, experimental o según sea el caso en que hayas estado. Esta experiencia nunca se olvida porque es la iniciación de tu vida académica y el comienzo de otra fuera de casa.
Recuerdo el kínder como un lugar de diversión, donde todo era rizas y juegos. Desde el primer día empecé a ser amigos, ya que era mucho más sociable que ahora.
Todas las mañanas mi mamá me iba a dejar a la escuela a las 9, entraba yo, y me dirigía a al salón de clases, donde se encontraba la maestra Betty, ella era una señora ya mayor, nunca comprendí su forma de ser, ya que había veces que se enojaba y no sabíamos porque, solo azotaba la puerta y pegaba al escritorio, nosotros nos asustábamos y saltábamos del miedo ,cuando ella estaba feliz con sus alumnos, nos decía que saliéramos al patio trasero a jugar a los columpios, resbaladilla y el sube y baja.
Después de jugar un largo rato, llegaba una señora que repartía los desayunos, recuerdo esos ricos panquecitos, conchitas o galletitas con relleno de fresa o piña, eran realmente deliciosas, esto estaba acompañado de un rica cajita de leche de chocolate, fresa, vainilla o leche blanca como le decíamos, sin embargo a mi no me gustaba ninguna otra leche más que la de chocolate porque las otras me daba un poquito de asco y aun no comprendo por qué.
Terminando el desayuno exquisito nos dirigíamos a dibujar por un tiempo, ya que a las diez iniciaba el recreo y nuevamente volvíamos a jugar, recuerdo que nos juntábamos todas las niñas con excepción de Magali y Leticia, que siempre se peleaban, aun recuerdo que Lety siempre tenía una frase tan coloquial –maestra esta Magali me pego…... La maestra ya estaba harta, por lo que no le hacía caso. Nosotras por su parte siempre jugábamos a la casita y de vez en cuando le decíamos a un niño que si jugara con nosotras para que fuera el papá, pero ninguno quería porque ese juego era solo para las niñas.
Eran tarde y las maestras nos decían que nos metiéramos, para seguir dibujando y jugando.
En ese momento creo que me sentía feliz, porque tenía amigos que no conocía, no tenía ninguna preocupación, nada de estrés, solo era jugar y jugar y no importaba ninguna otra cosa más que estar feliz por lo que era y por lo que tenia. Después llego la primaria y en ese momento todo el concepto de escuela cambio, desde los compañeros que no eran igual con migo, hasta la maestra, las tareas y actividades. 


Martinez Venegas Karla
10-003-0938

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