Dalia Méndez Sánchez 23 de agosto de 2012
Diversidad y socialización
Reflexión del texto de David Le Bretón
En este texto se aborda un tema muy importante que es la sociología del cuerpo y como sin darnos cuenta perjudicamos ese hábitat valioso que es nuestro cuerpo.
Es por eso que es sumamente importante tener en cuenta que el cuerpo humano es el centro de toda actividad individual y colectiva, es unidad de análisis simbólica y física: dolor, placer, signo, materia e imaginario social. También es punto de encuentro y desencuentro, sujeto y objeto de poder, en el se objetivan las manifestaciones culturales, religiosas, científicas y racionales.[1]
Cuando se habla de cuerpo no es solamente lo físico sino todo el significado que este posee, es decir, que representación tiene para cada persona de esta sociedad y como lo enfrenta al vivir en un entorno donde la prioridad es la estética personal, desde la forma de vestir, hablar y el comportamiento. Lo interesante es que en esta sociedad neoliberal donde tienes que cumplir con los requisitos que piden como ser joven, fuerte, hábil, etc. Corresponde a el que dinero da dinero recibe, la explotación del cuerpo por un mal pago hace que solamente pienses que tienes que ser joven y con cualidades suficientes para estar dentro de ese ámbito social.
Sin embargo, lo que pienso es que el cuerpo es también una unidad simbólica que se representa a través de lo imaginario y que a su vez proporciona un sentido o significado a la acción realizada, es decir, dentro del mismo cuerpo se expresan emociones desde un llanto, tristeza , odio, dolor, alegría, amor e incluso deseo. Además, los vínculos sociales se puede observar mediante símbolos que identifican a un grupo puede ser la religión (cruz) o un ritual etc.
Por otro lado, las inscripciones sobre la piel como los tatuajes y marcas corporales atraen deseo a través de la mirada, por otro lado hay un poder de consumismo que va de la mano con los medios de comunicación que estereotipan tanto a hombres como a mujeres exigen un cuerpo perfecto en las damas tener una proporcionalidad de 90-60-90 mientras que los hombres deben tener unos músculos bien formados y un abdomen perfecto entre otros aspectos más provocando así alteraciones en el cuerpo y se van a las operaciones quirúrgicas y practicas físicas excesivas.
La estética cultural ha sometido tanto al individuo a una serie de exigencias del imaginario que en vez de hacerlos sentir bien los acercan a trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia. Cuando se cambia la apariencia física también se transforma la existencia y sobre todo la identidad.
Por último, el dolor es una amenaza de identidad en el sujeto porque hay una ausencia de los placeres y alegrías que se concentra en su cuerpo y en los síntomas que padece y quien lo padece ya no es el mismo y entonces rechaza la intensidad de su dolor y la cooperación para combatirlo o llegar al extremo de ocultar su enfermedad y aislarse de su familia.
Cuando asume ser sujeto del dolor ofrece lo más sagrado que tiene que es su cuerpo, un ejemplo de esto es cuando diagnostican una enfermedad en fase terminal y le dicen a los familiares sabe que ya no hay nada que hacer, el enfermo decide ofrecerle a Dios todos sus malestares, como ofrenda que puede permitirle un espacio simbólico donde ya no sufrirá mas. Además para lograr llegar a ese lugar magnifico primero debe morir y esperar lo que viene.
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